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21 días para volver a la vida

Los clubes de básquet más modestos de la Comunidad Valenciana lanzan sus propuestas en busca de apoyo para que miles de niños y jóvenes puedan practicar su deporte favorito como antes de la dana, que afectó a más de 8.000 jugadores federados

María Pina lanzará su proyecto en Cancha Solidaria Endesa para recuperar el baloncesto para los más pequeños. En la imagen, en las instalaciones del Pabellón Municipal de Paiporta.

Nadie olvida las huellas que dejó el barro. El pabellón de Paiporta (Valencia), cercano al barranco desbordado, sigue siendo un vestigio de la tromba que asoló la Comunidad Valenciana en octubre. 91 poblaciones afectadas. La desgracia sigue mostrando sus múltiples caras. Pero es el momento por fin de poner remedio a una que afecta sobre todo a los más pequeños, como señala la exjugadora de baloncesto María Pina (Valencia, 1987). Ni canchas, ni polideportivos, ni patios de colegio. Miles de niños han perdido la oportunidad de ser niños y, jugando, adquirir los valores que imprime el deporte. Y para volver a brindarles a ellos y a todos los aficionados valencianos al básquet la oportunidad de recobrar la normalidad perdida se ha puesto en marcha la iniciativa Cancha Solidaria Endesa, impulsada por la energética en colaboración con acb y la Federación Española de Baloncesto (FEB).

Ilustración del impacto de la dana en el baloncesto base

¿En qué consiste? Se trata de una plataforma que permite recaudar fondos para propuestas que tengan por objeto la rehabilitación de los efectos de la dana en instalaciones, equipamiento o clubes de la Comunidad Valenciana. Cualquiera puede impulsar un proyecto, que contará para su formulación con la asesoría especializada de la agencia de comunicación Fair Play; y, una vez publicado en la página web, dispondrá de 21 días para obtener de los donantes la recaudación mínima solicitada. Y si, pongamos, para la reconstrucción del suelo del patio de un colegio se han pedido y conseguido 5.000 euros, a ese dinero Endesa añadirá otros 5.000.

El proyecto de la exalero internacional María Pina está casi listo. Desde su retirada, Pina dedica sus esfuerzos a esa vertiente del deporte que, en sus propias palabras, “no tiene que ver con el rendimiento sino que es la que remueve, la que aporta empoderamiento y valores”. El baloncesto como herramienta educativa, como pretende su asociación Basket Institution. Pina organizaba varios campus en Paiporta y Massanassa, la zona cero de una gota fría que paralizó en 30 localidades a 260 equipos y más de 4.000 jugadores —y a más de 8.000 en toda la Comunidad Valenciana, según datos de la Federación de Baloncesto Comunidad de Valencia, que con la figura de Víctor Luengo a su frente ha querido colaborar con el programa Cancha Solidaria—.

Por eso Pina quiere recuperar el impulso celebrando de nuevo esos campus, aunque tengan para ello que mudarse a la pista de un colegio de Puçol con el que colabora. La intención de su colecta en la web será recaudar lo suficiente como para ofrecer ropa, material, transporte y todo lo necesario para que una veintena de chicos y chicas puedan volver a disfrutar de lo que se vive en esas convivencias y entrenamientos. “Conozco a las familias, todo esto ha sido muy heavy, la gente sigue teniendo miedo; y esa ausencia de su actividad extraescolar en los pequeños les puede pasar factura. Pero ¡estoy segura de que vamos a conseguirlo!”.

Así funciona el proyecto de 'crowdfunding' Cancha Solidaria Endesa

  • Objetivo: dar apoyo económico y logístico a proyectos de baloncesto afectados por la dana en la Comunidad Valenciana.
  • Cada proyecto tendrá que apuntarse a esta plataforma de crowdfunding y definir un objetivo de financiación a alcanzar en los siguientes 21 días.
  • Si el proyecto cumple dicho objetivo, Endesa duplicará la aportación hasta un máximo de 5.000 euros por proyecto.
  • La plataforma se dirige a clubes, colegios, asociaciones civiles y ayuntamientos.
  • El fondo de aportaciones de Endesa asciende a un total de 60.000 euros. 

En Aldaia, un municipio al oeste de Valencia, la situación fue “espeluznante y difícil de describir”, relata por teléfono José Córdoba, entrenador y uno de los coordinadores del club de baloncesto de la pedanía, que aglutina 23 equipos, 285 jugadores y 19 entrenadores, y que, como tantos otros, vertebra buena parte de la vida social y deportiva del lugar. “Al principio solo pudimos limpiar el pabellón. Y enseguida se habilitó como centro logístico para guardar alimentos”, detalla.

Quedaron entonces con las manos atadas. Los partidos y los entrenamientos cesaron. “De hecho, lo poco que podíamos hacer era tratar de salvar los balones, que estaban llenos de fango”, prosigue. La actividad se reanudó “sin normalidad”, matiza con ironía, cuando las poblaciones cercanas les cedieron sus pistas para poder entrenar: “No teníamos coches y viajábamos como podíamos a pabellones lejanos sin coche. Nos recogíamos los unos a los otros, caminábamos hasta allí, íbamos en bicicleta… Los niños demostraron una entereza brutal. Lo salvamos como pudimos”, se enorgullece. Casi medio año después empiezan a vislumbrar la salida: “Lo vemos como una pesadilla que ha pasado. Hicimos piña y lo que sucedió nos ha ayudado a valorar las ayudas que hemos recibido”, cierra Córdoba.

La historia del club de baloncesto Algemesí (Valencia) es semejante. Sus pistas quedaron inutilizadas por los tres palmos de fango y por las necesidades de la Unión Militar de Emergencias que requería utilizar estas instalaciones. “A través de subvenciones hemos podido cambiar el suelo de las pistas exteriores, el más dañado”, explica por teléfono Enrique Giner, su presidente. “Dentro de poco estarán listas”. El Algemesí da ficha a unos 180 jugadores de baloncesto. Recuperar el ritmo habitual de entrenamientos y competición ha requerido de “mucha gestión, trabajo y paciencia”, dice Giner. “Durante los primeros meses, los colegios cercanos, como el Maristas, los Escolapios o el Santa Ana, nos prestaron sus instalaciones. Después fuimos aplazando partidos para poder jugarlos más adelante o disputamos partidos como visitantes cuando nos tocaba como locales”.

Giner no deja de agradecer las muestras de cariño y las ayudas que ha recibido del mundo del baloncesto. En especial recuerda el gesto del club de baloncesto Las Rozas (Madrid): “Hicieron de anfitriones a los 77 jugadores y seis entrenadores que fuimos hasta allí. Fue una experiencia única. Competimos, convivimos con las familias. No lo olvidaremos”, cuenta.

Pero no todos han conseguido volver a la rutina. El Logos Basket Sedaví sigue parado y a la espera de que su pabellón se reabra. “Nuestro polideportivo no está rehabilitado ni tiene visos de serlo. El Ayuntamiento nos dice que estará listo en septiembre, pero no sabemos si va a suceder”, explica Pablo Medina, su presidente. El polideportivo del que habla Medina albergaba seis pistas de baloncesto e instalaciones para tenis, pádel, fútbol, hockey… Y era, en sus palabras, “un sitio al que daba gusto venir”, un lugar de reunión y convivencia en el que los habitantes de Sedaví dejaban a sus hijos con total tranquilidad, ocupados en la práctica deportiva.

El CEIP Lluis Vives, en Paiporta, Valencia, varias semanas después de la dana.

“Por el momento, hemos recibido 15.000 euros de donaciones para alquilar pistas, para transporte, para bonificar las cuotas del club…”, prosigue Medina. “Para poder entrenar tomamos por asalto las pistas cercanas, las que pudimos limpiar y nos cedieron. El Valencia Basket, por ejemplo, nos dejó entrenar en La Alquería”. Al Logos Basket también se les ha complicado mantener el ritmo de partidos y entrenamientos. “Las familias no tienen coches para desplazarse y tenemos que ser flexibles con eso”, explica el presidente, que teme por la continuidad del baloncesto en Sedaví hasta que el polideportivo no reabra. “Nos preocupa el año que viene. No tenemos certezas y nos cuesta mucho mantener la ilusión”, cierra.

La fotografía que describen estos testimonios sigue siendo la realidad del deporte base valenciano, que debe aferrarse a cada oportunidad de revertir la situación. El Algemesí, por ejemplo, ya tiene en mente cómo participar en Cancha Solidaria Endesa: tratarán de levantar algún proyecto de formación de monitores. Cualquier idea cabe y puede contribuir al resurgimiento: la subvención de un transporte mientras se terminan las obras de reforma, la organización de un campeonato solidario, la rehabilitación de un colegio o pabellón...

Limpieza de las pistas anegadas de barro del Logos Sedaví durante las semanas posteriores a la dana.

La cuenta atrás

Los aspirantes no estarán solos en el proceso. “Te ayudan desde el momento de la redacción hasta en cómo plantear una estrategia de comunicación”, afirma agradecida Pina, que cuenta que así se afrontan con más entereza los 21 días de que cada iniciativa dispone para captar los fondos. En su caso, han preparado vídeos, creatividades, mensajes en redes sociales y cartas enviadas a los correos electrónicos de parientes y vecinos, distintas fórmulas para darse a conocer que está segura de que funcionarán. Tanto que anima a todos a intentarlo. “El deporte es una fuerza social que nos empuja en nuestro día a día”, sentencia.

María Pina, exjugadora de baloncesto e impulsora de Basket Institution, en las instalaciones deportivas al aire libre de Picanya.

Solidaridad con recompensa

Si la bondad de la causa benéfica no fuera motivación suficiente para querer participar como donante en los proyectos de Cancha Solidaria Endesa, cada uno ofrecerá además distintos tipos de recompensa. ¿Quieres echarte un concurso de triples con María Pina o que te ayude a mejorar tu juego en uno de sus entrenamientos de tecnificación? ¿O quieres regalarle a ese amigo apasionado del baloncesto una camiseta firmada por todo el Valencia Basket? Es la oportunidad para todos los aficionados de la canasta para demostrarle a la Comunidad Valenciana que no olvidamos lo que sucedió.

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